agosto 14, 2012

July


Está apunto de irse. Julio se irá, pero ¿a dónde? ¿en qué instante? ¡quien sabe! Aún no descubro a dónde se van todos esos meses perdidos.Pero de éste mes sí puedo decir que incluso antes de que se pierda y se lo lleve el tiempo, quién sabe a dónde, simplemente no puedo dejarlo ir así como así.

Se siente como al escoger una canción o una melodía y aferrarse a ella todo el día. Entonarla y musitar a todas horas. En este mes he leído tanto, he visto tanto; he citado un sin fin de veces todas esas palabras que pasando la media noche me hicieron sentir mejor; he cocinado y he llorado porque alguna receta no funcionó (y créanme, cuando digo llorar, realmente es deplorar una vastedad de lágrimas que incluso espantan). He llorado también por un amigo que decidió alejarse y por otro que inconscientemente lo está haciendo. He llorado por el simple hecho de llorar; compulsivamente y solo porque puedo, porque soy capaz. He visto tal cantidad de películas que el mismo arte de éstas me produce un placer inconcebible de crear. Siento que cada momento se me ha presentado idóneo para desafiarme a tomar decisiones, incluso si se trata de escoger que jugo me  he de tomar. He visto los atardeceres mas absortos y las mañanas mas atareadas. He llegado tarde a la universidad infinidad de veces, tantas, que incluso a mí me sorprendió darme cuenta que me estaba convirtiendo en ésta máquina retraída, y programada solo a apresurar las cosas rutinarias hasta su máximo nivel. Pero la desnudez con que vivían mis palabras, mis pensamientos y mis actos, quedaban al descubierto. Como lienzo blanco, como blanco fácil. Y ya cualquiera tenía el privilegio de alterar mis sentidos. Y el brillo en mis ojos ya reflejaba a una persona normal. Los estereotipos opacaron mi arte; mi vida.Pero antes de estrellarme por completo contra la pared, le pinté a ésta unas letras y un amanecer. Y el amanecer por si sólo le dio alas; le dio hojas y tinta azul; y delineó un cielo, y le sembró una vida. Una que por meses estuvo  olvidada, que pedía a gritos sordos ser pintada. Y justo antes del declive en mi vuelo, aquella pared se volvió mi destino. Uno diferente, uno real. Y el significado que adquirieron las pequeñas cosas, las insignificantes ante ojos ignorantes, se volvieron mi poesía; como el susurro del ser que amo en las curvas de mi oído. Cambié la técnica; cambié los pinceles, comencé a vivir de una hermosa manera que al despertar cada día con el frío del amanecer, yo ya sonreía. 

Julio de 2012